Al filo de que arranque el verano oficial, es tiempo también de que las familias cierren inscripciones y planes para la vuelta al cole en septiempre. Es un proceso que este año está invadido por la incertidumbre como consecuencia de la grave crisis sanitaria originada por el coronavirus y el potencial riesgo de nuevos brotes que puedan truncar un regreso que, en todo caso, estará alejado de la normalidad tal y como era entendida antes de la pandemia. La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, dio ayer algunas claves en ese sentido. Apeló a la autonomía de los centros docentes para delegar en sus gestores la responsabilidad de controlar al virus una vez se vuelva a las aulas. «Serán ellos los que decidan quién o qué persona velará por el cumplimiento» de las normas fijadas para evitar rebrotes del coronavirus, aseguró Celaà.

Queda, por tanto, en manos de los responsables de los colegios la aplicación de las medidas que deben evitar contagios, en un contexto en el que investigadores de la Universidad de Granada han realizado un trabajo en el que han advertido que un aula de Educación Infantil con 20 niños tendrá contacto con más de 800 personas después de solo dos días, una vez se reanuden las clases presenciales tras la suspensión de estos meses por la crisis del coronavirus. Las alertas sobre los graves problemas que surgirán este otoño en las aulas por una planificación que es difícil crecen en la comunidad educativa. Avisos de los que la Conselleria de Educación tendrá que tomar nota.