Más de más de 21.000 personas viven del comercio en la provincia de Castellón y la mayoría, especialmente los autónomos, han vuelto ya a la actividad una vez que ha pasado lo peor de la parálisis debida a la pandemia del coronavirus. Como consecuencia colateral de la crisis destaca un elemento positivo para las pymes, tradicionalmente en inferioridad de condiciones frente a las grandes superficies y centros comerciales.

De hecho, algunas organizaciones empresariales de los más pequeños estiman el alza en las ventas en relación con el año pasado en torno al 30%. Es la ventaja de haber sido los primeros en poder atender al público, en un proceso en el que el consumidor se ha visto forzado a volver la vista a la tienda de proximidad. Una realidad que podría suponer una revalorización de este segmento de la oferta no solo durante el estado de alarma que está a punto de concluir, sino también a medio plazo. El presidente de Confecomerç Castelló, Juan Rodolfo Adsuara, ha señalado que la práctica totalidad de los comercios «ya han regresado, con un resultado muy bueno, aunque tras el impulso de los primeros días se ha notado cierta estabilización». Queda ver, por tanto, qué ocurre en los próximos meses.

En lo que se refiere a las grandes superficies, están ahora pendientes de que se permita la llegada de turistas de otras comunidades, en los que depositan la expectativa de una remontada de las ventas, paralizadas durante semanas. El objetivo es igualar al menos las ventas del 2019. Castellón está ahora en un 88%.