Las dificultades de la izquierda para investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno generan, lógicamente, un clima preelectoral en España. Y cuando huelen elecciones, los partidos afilan sus estrategias, buscando mensajes simples que movilicen a sus electores antes que soluciones para los complejos problemas del país. El Partido Popular de Pablo Casado y Ciudadanos de Albert Rivera han entrado en esa dinámica electoralista. Además de una descalificación genérica de lo que han dado en llamar el sanchismo, se centran ahora en la fórmula de gobierno en Navarra para excitar el ambiente con una serie de hipérboles que no buscan otra cosa que ligar el nombre del PSOE al de ETA y convertir a Pedro Sánchez en enemigo de España. Este tipo de espirales son difíciles de parar. La eficacia electoral de estas dinámicas es inversamente proporcional a su aportación a la gobernabilidad y a la convivencia social. Se levantan muros cada vez más insoslayables. Lo estamos viendo con la negativa de Casado a facilitar la investidura, a diferencia de lo que hizo el PSOE en su momento con Mariano Rajoy.

Esta competición está teniendo además un tercero en discordia inesperado: Vox. Este partido --mitad nostálgico del franquismo, mitad populista al estilo Trump-- está arrastrando a PP y a Ciudadanos a abandonar el centro político. La mayoría de los gobiernos autonómicos que han retenido o recuperado los populares lo han sido de la mano de Vox. Los casos más emblemáticos son los de Madrid, Murcia y Andalucía. De esta manera, Casado se inscribe en la tendencia de una parte del Partido Popular Europeo a romper el cordón sanitario con la ultraderecha que Angela Merkel había impuesto en la última década. El PP de Casado no deja de tener una relación fraternal con el partido de Santiago Abascal, que, de alguna manera, es una escisión en sus propias filas. El nombramiento de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso es una estrategia para recuperar ese espacio. Pero aquí lo sorprendente es que Rivera, en lugar de crecer por el centro ante este desplazamiento del PP, intente sumarse a la batalla. Las consecuencias pueden ser letales para el progreso de este país, aunque bien es cierto es que dejan expedito el centro político para Pedro Sánchez, otro incentivo para repetir elecciones.