Después de caer en casi un 30% en marzo y poco más del 16% en abril, nada hacía pensar que el final del confinamiento, en mayo, con normas sensiblemente menos estrictas, iba a traer consigo un desplome del 72% en la compraventa de viviendas en la provincia de Castellón.

Sin embargo, el informe emitido ayer por el Colegio de Registradores de la Comunitat Valenciana es claro. En el último mes se registraron 229 operaciones frente a las 836 de igual periodo del 2019.

Esta espectacular evolución a la baja es, por otra parte, más acusada que las registradas en Valencia o Alicante, donde, en todo caso, también se han vivido descensos acusados. Los números relativos a la adquisición o enajenación de primeras y segundas residencias contrastan con la relativamente buena evolución que ha mostrado la construcción desde que la crisis sanitaria internacional ha sacudido a la sociedad castellonense. Las nuevas promociones han ido adelante y las reformas, paralizadas en un primer momento, se han retomado, situaciones ambas que quedan reflejadas en el comportamiento del empleo en esta actividad, mejor que el de otros sectores.

Los especialistas en las transacciones inmobiliarias apuntan dos razones para que las cifras sean tan reducidas. Por un lado, el bloqueo de toda la actividad notarial debido a la pandemia. Por otro, que llegaron a cerrarse operaciones ya en marcha en las primeras semanas. Casi parecería una cuestión contable. Habrá que esperar a los datos de los próximos meses para comprobar si hay freno más allá del covid-19.