La Audiencia de Barcelona condenó el miércoles a Leo Messi -y también a su padre, Jorge Horacio- a 21 meses de cárcel por tres delitos fiscales y le ha impuesto una multa de dos millones de euros. El tribunal admite prácticamente las tesis del abogado del Estado, quien solicitó 22 meses y 15 días de cárcel. La sentencia, que los implicados recurrirán al Supremo, ha desestimado el argumento del jugador argentino sobre que él se dedicaba a jugar y que ponía sus asuntos de impuestos en manos de su padre. También lo defendía el ministerio fiscal, quien había pedido su absolución y un año y medio de cárcel para su progenitor.

Es obvio que se ha optado por una pena ejemplar ante un fraude de 4,1 millones por sus derechos de imagen de los ejercicios entre el 2007 y el 2009. La sentencia es contundente al cuestionar el hecho de “permanecer en la ignorancia”. El fallo recuerda así que no puede haber diferente vara de medir para figuras públicas que cometen delito al incumplir con sus obligaciones fiscales. No es Messi el primer famoso que tiene desencuentros con Hacienda. Lo que no procede es que sufra un ensañamiento público por algo que ya empezó a reparar al abonar la cantidad que le reclamaba la Agencia Tributaria.