Cada primer domingo de julio celebramos la Jornada de responsabilidad en el tráfico ante su aumento por el comienzo de las vacaciones y cercana ya la fiesta de San Cristóbal, patrono de los conductores y también de la ciudad de Castelló.

Esta Jornada es una invitación a reflexionar sobre el significado y la importancia de la conducción, así como sobre la urgente necesidad de esmerar nuestra prudencia y responsabilidad en el tráfico. Nuestras imprudencias pueden causar desgracias a otras personas; son el mayor factor de los accidentes. Todos los implicados en el tráfico -conductores de vehículos y peatones-- estamos llamados a observar las normas de tráfico con convicción y no por miedo a ser multados. Es preciso proseguir con la educación vial de niños y jóvenes en edad escolar y concienciar a todos de que la seguridad vial depende de cada uno de nosotros, de cómo conducimos y nos comportamos.

El lema para la Jornada de este año es Jesús recorría las ciudades y los pueblos (Mt 9,35). San Pedro nos dirá que Jesús «pasó haciendo el bien… porque Dios estaba con él» (Hch 10, 37-38). Hacer el bien en el tráfico es conducir con responsabilidad, sin prisas, pensando en los demás. Dios está con nosotros cuando pensamos en los demás y nos preocupamos por los problemas y limitaciones de quienes se cruzan en nuestro camino. Hacer el bien en el tráfico significa escuchar, decir una palabra de aliento, curar heridas y tejer relaciones humanas y fraternas. Y pide ser solidarios con los transportistas y conductores a quienes el prolongado tiempo de inactividad por la pandemia ha dejado en una situación precaria.

Conducir bien y ser buen conductor no se compadecen con la arrogancia y la prepotencia. Ambas no son buenas compañeras de viaje. El verdadero compañerismo, en la profesión, en la empresa y en el tráfico, se construye sobre el servicio, la humildad y la ayuda mutua.

*Obispo de Segorbe-Castellón