Confinar es perjudicial para la salud y la economía. Cuando la pandemia colapsa el sistema sanitario, no parece que haya alternativa, pero encerrarnos en casa es malo para la salud. La psíquica, de manera importantísima y, de rebote, la física. Empecemos por la mental.

Los estudios realizados, como el del Departamento de Salut, Esade y el Idiap Jordi Gol, o el de la UOC, arrojan que el confinamiento afecta a la salud psíquica de casi la mitad de la población (46%). Hablamos de cuatro veces más de ansiedad, triple consumo de hipnosedantes (prescritos) y diez veces más de automedicados. Además, la amenaza de un nuevo confinamiento que algunos gobernantes esgrimen a la ligera debido al aumento de las cifras en los últimos días provoca una ansiedad anticipatoria peor que la propia realidad.

Y ahora vamos a lo físico. Porque el malestar psíquico afecta a nuestro sistema inmunológico; ese que nos defiende de virus y bacterias. Debilitado por el estrés, se torna mucho más vulnerable y, por tanto, nuestro organismo es mucho más susceptible de ser contagiado por el maldito virus.

Por otra parte, no se trata de poner en los dos platillos de la balanza salud y economía como si fueran antagónicas; ya que, aquellos que más sufren los estragos económicos a causa del confinamiento --estar en el paro, perder ingresos, vivir con más personas, etcétera-- son los que se estresan. El confinamiento provoca alteraciones mentales y daños económicos y, como consecuencia de ambos, un mayor riesgo de enfermar de covid-19.

*Psicóloga y periodista