Querido lector:
Que después de las elecciones se iba a debatir, en función de los resultados y al cumplirse un año de funcionamiento, sobre la composición y marcha del Consell que preside Ximo Puig en coalición con Compromís (Mónica Oltra) y el apoyo externo de Podemos (Montiel), era más que previsible por mucho que en las etapas preelectorales todos ellos lo negaran.
Lo que ha pasado es que ese debate ha cambiado de parámetros con los resultados de las generales. No previstos por ninguno de sus integrantes, especialmente por Compromís y Podemos aliados junto a EU en A la Valenciana, que no ha cumplido sus previsiones en la realidad ficticia que dieron las encuestas y que todo el mundo sobreentendió. Han sido 130.000 votos menos que en las generales de hace seis meses y más de 230.000 desde las autonómicas.
En Compromís ha creado un verdadero problema de marca, que destacados líderes y corrientes de la coalición nacionalista quieren evidenciar remarcando sobre todo sus reticencias iniciales a esa alianza. Los más destacados en nuestra provincia, Enric Nomdedéu y Pasqual Batalla, los dos referentes de las raíces del Bloc en las dos ciudades más importantes, Castellón y Vila-real.
En Podemos, siguiendo la tónica nacional de Iglesias o Errejón, la perplejidad inicial por los resultados adversos donde el voto de EU no ha sumado sino que parece haber restado, junto a las críticas internas a la estrategia de la campaña, está dando paso a tensiones que dejan por ahora en modo espera su posible entrada en el Consell.
Un Consell que Puig, tras unos resultados del PSPV que ni pa ti pa mí, nada buenos pero no tan malos como se hizo creer, deberá renovar si, como ha dicho, quiere mejorarlo. Los problemas de enchufes y mala praxis en el segundo escalón de algunas conselleries, los vaivenes y la falta de timón de la Conselleria de Economía y Trabajo de Rafael Climent y la inexistencia de las conselleras de Justicia y Administraciones Públicas, Gabriela Bravo, y de Agricultura y Medio Ambiente, Elena Cebrián, lo hace preciso.
