La aldea global está cambiando. Los nuevos escenarios, definidos como VUCA (volátiles, inciertos, complejos y ambiguos) están obligando a repensar la visión de los procesos de transformación de las organizaciones. Los constantes cambios de paradigma nos obligan a vivir en un permanente presente continuo que nos hace recomponer el código darwiniano añadiendo la variable “velocidad” a la de “inteligencia”.

Es imprescindible transformar la visión de los tiempos de crisis en espacios de oportunidades, y para ello es necesario que los visionarios y los emprendedores se conviertan en los propietarios de esta transformación. Por un lado, porque construyen y desarrollan las nuevas organizaciones desde planteamientos estructurados sobre la base de una adecuada confluencia de inquietudes racionales y emocionales: ¿Cuáles son mis sueños? ¿Qué concepto tengo de mí mismo? ¿Cuáles son mis valores sociales básicos que dan sentido de coherencia a mis decisiones? ¿Por qué tengo necesidad de buscar mi autenticidad? Y, por otro, porque los tiempos de crisis están bajo el influjo de Cronos mientras que las oportunidades de transformación lo están bajo Kairos, y nadie mejor que ellos para interpretar y gestionar el valor del significado de los dos dioses del tiempo griegos.

Esa búsqueda de la autenticidad ha provocado que esté agonizando la visión de las organizaciones desde la perspectiva de que las personas deben someterse a las estructuras de decisión y poder. Pero en la política esa evolución no se ha producido. Lo que el management define como resiliencia, la política lo bautiza como resistencia, y eso nos ha llevado a que la relación entre la evolución empresarial y la evolución sociopolítica empiece a ser percibida como la existente entre la Deuda Pública y el PIB; es decir, un alocado y desbocado desajuste, y en consecuencia una conciliación que empieza a ser visualizada como imposible. Los índices de desencanto social y de desconfianza son la alarmante prueba de este desorden.

Relacionado con lo anterior, ¿alguien es capaz de imaginar en nuestro país un partido político que sea realmente “estado-centrista” y que esté dirigido por auténticos “líderes estadistas”?

Necesitamos líderes políticos que, al igual que los líderes empresariales, desarrollen la inteligencia de sus afiliados para tomar decisiones clave, para cambiar paradigmas basados en la codicia individualista y en el corto plazo, a nuevos paradigmas de interdependencia, cooperación generativa, y pasión social.

Necesitamos líderes políticos que al igual que los líderes empresariales desarrollen los paradigmas relacionados con la “consciencia” en contrapunto con los de la “no consciencia”. La “no consciencia” se caracteriza por tomas de decisiones mono-focalizadas en el corto plazo, por un sentido de orden/mando vertical, por motivaciones extrínsecas, enfoques de actuación estructurados y una filosofía determinada por las zonas de confort. La “consciencia”, por contra, refleja indicadores de conducta asociados a la distribución de la responsabilidad en equipos, por tomas de decisiones a largo plazo, por un sentido de dirección fundamentalmente horizontal, por motivaciones intrínsecas, por culturas desarrolladas desde la pasión y el orgullo de pertenencia, y por una filosofía en la que las fronteras vienen determinadas por los retos y los resultados. H