Es indispensable, en un mundo globalizado, aprender idiomas. Es bueno saber cuantas más mejor. Es malo imponerlas, no pensando en el futuro laboral de los jóvenes, sino como parte de un proyecto nacionalista, en el que el niño es un mero producto que modelar para operar un cambio político y, los padres, un estorbo a los que ya se les ha retirado la posibilidad de elegir.

Han tenido que ser los tribunales quienes dijeran a políticos nacionalistas --de Compromís y PSPV--, asociaciones, sindicatos amigos, e incluso, medios de comunicación afines, que no todo vale en la escalada de imposiciones que padecemos. Que retirar el título de inglés a los niños que elijan castellano es discriminatorio, una «sanción indirecta», ilegal y contrario a la Constitución. Así se ha manifestado el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que anula por ser un «agravio comparativo» el decreto lingüístico de Puig y Oltra.

Pero la hoja de ruta, aquí hoy, como hace 30 años en Cataluña o el País Vasco, está marcada: aulas y medios de comunicación. Con el control de ambos y el simple paso del tiempo las nuevas hornadas ciudadanas votarán como aquellos que se apellidan País Valencià pretenden.

Es la primera vez que un gobierno valenciano es condenado por su conducta sectaria, pero la reacción de Ximo Puig y Mónica Oltra será esconderse de nuevo tras la pancarta de «Madrid ens roba» --por el actual sistema de financiación autonómico socialista se supone--. Pero no pedirán perdón, acelerarán el sometimiento de las aulas -ya han anunciado que no rectifican- y seguirán con la puesta en marcha de su tele.

Acertadamente, la Abogacía del Estado ha recurrido otro decreto, por el que se impone una única lengua para atender prioritariamente a todos los ciudadanos. Cuando la prioridad debes ser tú, y tus necesidades con la administración, y no la agenda política del nacionalismo.

En dos años hemos visto a Ximo Puig hacer el primer castellet en Borriol, importado e impostado, pues en Borriol son de bous al carrer, a miles de escolares utilizados en manifestaciones lingüísticas sin el conocimiento de sus padres, y al asentamiento de un discurso institucional contra Madrid y España, que es hoy mucho más falso de lo que ya era ayer.

Lo único positivo de esta hoja de ruta es que todo es previsible, y que quienes creemos en la libertad de elección de lengua y de pensamiento somos muchos más.

Este fin de semana, el PSPV confirmó su nacionalismo afirmando que el inventado País Valencià es un sujeto institucional «primigenio» borrado por el Estado Español. Esto supondrá que, en el largo plazo a los socialistas, cuyo origen no es nacionalista, sus jóvenes se les marcharán a Compromís. Como en Cataluña se le han ido a ERC. Es parte de la hoja ruta.

*Presidente del Partido Popular en Castellón