Los acontecimientos nos desbordan. Ataques suicidas a los ciudadanos, las guerras en distintos lugares, unas más abiertas que otras, los dimes y diretes en la política, tanto nacional como internacional, la economía en detrimento para unos y beneficio para otros, las tapaderas de hechos delictivos y un largo etcétera que no haría sino confundirnos aún más, si cabe.

Y esta es la realidad de nuestro entorno a todos los niveles. Mientras tanto, los grandes organismos observan, quizá sorprendidos, la evolución viral de situaciones que, en otros tiempos, hubieran sido gestionadas de otra manera y con un mayor grado de autoridad.

La verdad es que las grandes decisiones parecen ser tomadas más desde una perspectiva personal que de un grupo consensuado de asesores y políticos de forma colegiada o, al menos, esa es la percepción. No es que antaño dejaran de existir intereses ocultos, pero por lo menos trataban de disimularlo.

Los países continentales parecen alejarse como si de placas tectónicas se tratara. Asia de América, ésta de Europa, África de éstos y otros. No hay bases establecidas de conciliación sino todo lo contrario. Se está produciendo un cambio endógeno de graves consecuencias para la humanidad. Cada uno se mira su propio ombligo sin importar, presuntamente, lo que ello conlleve.

Coincido con alguno de los líderes de la UE en que ésta, por si sola, debe intentar hacer una reestructuración interna para fortalecerse a si misma y poder seguir adelante con firmeza y sin grandes contemplaciones con respecto a terceros. Solo eso podrá salvar un declive potencial.

Mientras tanto, hay que tratar de hacer lo poco o mucho que se pueda, de la mejor manera, aunque los resultados no sean inmediatos.

*Secretaria provincial de Derechos Civiles del PSPV-PSOE Castellón