Asistimos estos días al juicio de la pieza más importante de la trama Gürtel en la Comunitat Valenciana, donde se juzgan muchos delitos y se cuestiona una forma de gobernar que se prolongó durante 24 años con el Partido Popular. Ricardo Costa, Vicente Rambla o Víctor Campos son algunos de los señores del PP de Castellón que están pasando por el banquillo de los acusados por presuntas prevaricaciones, malversaciones de fondos públicos y blanqueo de dinero por doquier en una trama político-empresarial sin precedentes.

Pero mientras esta forma corrupta de gobernar iba in crescendo, y se hablaba de millones como sillones, la parte más desfavorecida de la sociedad estaba cada vez más desatendida. El dinero público valenciano destinado a políticas sociales caía y la excusa perfecta era la crisis económica. Fiestas, regalos y vidas a todo tren mientras las personas más desprotegidas sufrían el embiste de la crisis, perdían el trabajo y se quedaban desprotegidas socialmente. Un saqueo en toda regla que no ha conocido fronteras pues también salpicó al ámbito de la cooperación internacional con Rafael Blasco al frente de esta área en la Generalitat.

El resultado de los gobiernos valencianos con el PP es demoledor y se aleja un abismo de la idea de buena gestión que han querido y siguen queriendo hacernos creer. La verdad es que jamás en nuestro territorio hemos visto temblar tanto las arcas públicas como al paso del PP y por eso resulta sorprendente que sus representantes en el ayuntamiento, Begoña Carrasco, Javier Moliner, Juanjo Pérez Macián, Carlos Feliu o Vicent Sales, sigan intentando dar lecciones cuando lo que deberían hacer es pedir perdón por haber hecho trampas en las elecciones. Por culpa del PP hemos sufrido una corrupción sin fronteras.

*Concejal de Bienestar Social, Dependencia y Juventud en Castellón