En los últimos días hemos comprobado como el uso impúdicamente partidista de las instituciones por parte del Gobierno socialista ha alcanzado momentos cumbre. A la ya reiterada manipulación del CIS por parte del inefable Tezanos, que más pronto que tarde atribuirá al doctor Sánchez el 100% de intención de voto del cuerpo electoral, se ha sumado entusiásticamente la principal terminal de manipulación con la que cuenta el Gobierno socialista: la RTVE de Rosa María Mateo. Y no es una opinión, es pura constatación, habida cuenta de cómo la audiencia ha dado la espalda a un medio público pagado por todos, pero que es utilizado para el exclusivo provecho del narcisista presidente del Gobierno.

La utilización partidista de las instituciones gubernamentales ha adquirido dimensiones siderales al enterarnos el domingo de la pretensión del equipo del doctor Sánchez de solicitar a todos los gabinetes ministeriales argumentos con los que atacar al resto de partidos políticos, en especial al Partido Popular. Por lo visto la número dos del gabinete de Presidencia, Andrea Gavela, exigía a los funcionarios públicos de los diferentes ministerios datos exhaustivos para poder atacar a la oposición.

Este uso ilegítimo de las instituciones con ser grave, puede causar estupor, pero no debería sorprendernos. Sánchez llegó al poder tras la moción de censura negativa jactándose de abanderar la regeneración, pero desde el primer momento no mostró el más mínimo pudor a la hora de colonizar la Administración tras su llegada al Gobierno.

Siempre dijimos que su gabinete ministerial no era un Ejecutivo de gobierno, sino un comité electoral con una finalidad muy concreta: tener la maquinaria electoral engrasada para cuando al PSOE le interesara convocar elecciones.

Y a esa colonización y a ese comité se han dedicado con esmero desde el principio, para colocar a personas y dirigentes afines, al frente de las empresas públicas del Estado. Desde agosto pasado se relevaron la práctica totalidad de responsables de empresas y organismos públicos con la única cualidad de su adscripción ideológica o su afinidad al PSOE.

La obsesión por convertir la Administración en un cortijo socialista cuando a los nueve meses se iban a convocar elecciones, y por tanto no había margen temporal para diseñar nuevas directrices de gestión, indica que el compromiso de Sánchez con la regeneración no era más que un engaño más de este fake-presidente que nos ha tocado padecer. La ejemplaridad prometida se tornó en clientelismo a las primeras de cambio y ahora hemos visto el porqué: la administración al servicio del partido que detenta el poder.

Degradar al Estado y erosionar las instituciones solo indica un absoluto desprecio a la democracia y a los españoles. Menos mal que cada vez queda menos tiempo para tener que aguantar este cortijo esperpéntico.

*vicepresidente de la Diptuación Provincial de Castellón