Ya hemos entrado en la fase 3 de la desescalada (vaya palabro) y nos sentimos algo más libres y seguros. Pero el coronavirus sigue ahí, al acecho, nuevo, otra batalla de esta maldita guerra. Por eso debemos ser cuidadosos, esperando para infectar a una persona más. Esa es su victoria. No necesita grandes números. Grandes gestas. Con infectar a un españolito más ya ha ganado, de cautelosos hasta el extremo. Y por eso no podemos bajar la guardia en estos momentos.

En estos tiempos en los que, para la gobernabilidad oficial, y para sus abyectos voceros mediáticos, las víctimas mortales de la pandemia se han producido por los recortes de Mariano Rajoy y los que seguimos vivos debemos darle las gracias a Pedro Sánchez, bajar la guardia es más peligroso que nunca.

En la Comunitat Valenciana se prometió una recompensa pública a los sanitarios por su sacrificio. Esa recompensa eran 35 euros. Daría risa si no diera vergüenza. Y digo esto porque, agárrense los machos, se acaba de anunciar a bombo y platillo un nuevo bonus cuando el anterior no se ha pagado todavía.

Prometer hasta meter y después de haber metido, olvidarse de lo prometido. Esa es la máxima de los políticos que nos gobiernan, nos han gobernado y, por desgracia, creo que nos gobernarán. Nada cambia. Todo sigue. Y la degradación de la clase política española es imparable. No tiene vuelta atrás.

*Escritor