La crisis de Podemos en el Ayuntamiento de Madrid es un ejemplo de cómo la nueva política se parece a la vieja y cómo en los nuevos partidos se pelean por los mismos motivos que en los viejos. Seis concejales de Podemos han sido suspendidos cautelarmente de militancia porque se han negado a someterse a las primarias, tal como obligan los estatutos y el código ético del partido morado. Pero la negativa no obedece a que no acepten el juicio de la militancia, sino a que no están de acuerdo en su posición en la lista, decidida previamente por el secretario general, el exjefe del Estado Mayor de la Defensa Julio Rodríguez.

El motivo principal de la discrepancia es el lugar del concejal de Hacienda, Jorge García Castaño, colocado en el puesto 11 --la dirección lo niega y asegura que todos iban entre los nueve primeros--, pese a ser la mano derecha de Manuela Carmena. La alcaldesa apoya a los seis disidentes, que asegura que continuarán en su equipo tras los comicios de mayo, pero entonces ya no serán concejales de Podemos, sino independientes. La militancia, a través de internet, también apoya a los seis concejales y acusa a la dirección del partido de «intransigencia y autoritarismo» y de buscar solo «controlar y amordazar» a los mejores cuadros políticos.

A seis meses de las elecciones, la conclusión solo puede ser que la división interna puede hacer perder a Podemos y sus aliados el mayor ayuntamiento que gobiernan después de estar nada menos que 26 años en manos del Partido Popular.