Querido/a lector, un whatsApp me dice que en las redes sociales hay una crítica desmedida contra la política y el gobierno actual. Realidad que no me extraña. Y es que, a pesar del progreso, hemos vivido en un mundo no muy dado a soluciones comprometidas con la justicia social y el bien común. Más bien al contrario, han proliferado las desigualdades y se han mantenido las dificultades. Incluso ahora, los de la corrupción y las medidas austericidas tampoco han ayudado a hacer que la política tenga entre los ciudadanos una imagen de confianza.

En consecuencia, la función de regulación de la política se debilita y pierde crédito. Aunque eso sí, parece que aún se salva la responsabilidad y la cercanía de algunos alcaldes. De todas formas, también es cierto que, muchas veces, la política no tiene toda la culpa porque el poder de la economía también presiona e impone.

Querido/ lector/a, dicho lo dicho, solo quiero aclarar, según mi criterio, un par de detalles al respecto: el primero para reconocer que parte de esa crítica contra el gobierno por la crisis del coronavirus, me refiero a la de más previsión, menos improvisación, más participación de las otras fuerzas en las soluciones... me parece apropiada, positiva, necesaria. Además, creo que es la que existe en la Unión Europea. Pero eso me exige reconocer que hay otra crítica intolerable, injusta, ofensiva, que no soluciona nada y en cambio divide.

Advierto, cómo no, de esa parte de crítica que hace la derecha social y política y que solo busca ganar espacio electoral. Una derecha que no va a la raíz del problema porque tendría que reconocer el daño que sus recortes y privatizaciones han hecho a la sanidad pública. En última instancia, no se trata tanto de debilitar la imagen de la política, de los políticos y de los gobiernos, sino de corregirlos y ajustarlos. Y es que no hay peor fantasía que una sociedad sin política y con Estados limitados a la función de control y vigilancia.

*Analista político