Un sintagma nominal, tres palabras y mucha, mucha pereza. Es el sentimiento que nos invade a la mayoría cuando PP y PSOE, PSOE y PP, porque el orden de los factores no altera el producto, empiezan con sus disputas infantiles para demostrar, ojo al dato, quien ha hecho peor las cosas. Como diría el expresidente, Mariano Rajoy: «Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político».

Pues más o menos eso estamos viviendo en la Diputación Provincial de Castellón. La dimisión forzosa del ex diputado de la Vilavella por unas conversaciones bochornosas y caciquiles, nos han llevado al enésimo cruce de acusaciones entre el bipartidismo, esta vez, por los Martínez, Paco Martínez (PP) y Manel Martínez (PSOE). Esta afrenta si una cosa demuestra es que ni unos ni otros están aún preparados para la regeneración democrática exigida por los nuevos tiempos. Y es que sólo les ha faltado sacar la lista de imputados rojos y azules o de casos de ambas formaciones como Gürtel, los ERE, Púnica o Divalterra para seguir con el espectáculo.

Así que no nos extrañemos con la desafección que estamos causando los políticos a la ciudadanía, la verdad que no nos merecemos otra cosa, no se merecen otra cosa. Inocentes quienes creyeron que estaba superado, que con la muerte del bipartidismo y la llegada de un arco parlamentario plural esta época había pasado a mejor vida. Pero no, de ilusión también se vive. Todavía cuesta dar explicaciones, pedir disculpas, admitir errores y especialmente, dimitir sin que se oiga de fondo un «ellos también lo hicieron, que cunda el ejemplo».

La maldita hemeroteca se utiliza sobre todo para sacar los trapos sucios en casos de corrupción en lugar de enarbolar la bandera de la limpieza democrática o para contraponer proyectos políticos.

Sin embargo, no les oirán tirarse los trastos a la cabeza por garantizar una justicia libre e independiente. Cuando se trata de poner y quitar jueces, olvidan todos sus desencuentros y firman una paz momentánea e interesada. Igual que a la hora de controlar la televisión pública o de pastelear con los nacionalistas a cambio de un sillón en la Moncloa. Unos y otros, en un momento u otro, lo han hecho y lo seguirán haciendo. Y es que, ya saben, si no puedes con tu enemigo, únete a él. O los que se pelean, se desean.

El bipartidismo no ha asumido aún su derrota en las urnas. No ha asumido que está ante una nueva realidad por culpa de actitudes como estas y de su incapacidad para afrontar los retos que tiene España. La gente simplemente se ha cansado y ha optado por dar la alternativa a otras formaciones sin mochilas y con ideas.

Así, en Cs sí que hemos entendido el mensaje. Es más, hemos obligado tanto a los conservadores como a la izquierda a tomar medidas contra la corrupción como condición sine quan non para gobernar. No nos ha temblado el pulso ni nos temblará para exigir las responsabilidades cuando toca y poner coto a los enchufismos y a los reinos de Taifas que han campado a sus anchas durante años gracias a los favores de la vieja política. Porque, en Ciudadanos no jugamos al y tú más.

*Portavoz de Cs en la Diputación y concejal de Turismo del Ayuntamiento de Benicàssim