Al Gobierno de Pedro Sánchez le venden test inservibles, mascarillas defectuosas, más test inservibles y hasta le saquean en Turquía los respiradores comprados con el dinero de todos los españoles… Todo a unos precios desorbitados. Y es que si lo barato sale caro, en este caso lo caro ha resultado carísimo: más de 23.000 españoles fallecidos.

En esta crisis se ha demostrado que el respeto que tiene la comunidad internacional al Gobierno de PSOE y Podemos en España es nulo. Y no sé qué pensará usted, querido lector, pero yo tengo la absoluta seguridad, sin el menor resquicio para la duda, de que Sánchez no está sabiendo gestionar esta crisis sanitaria.

Esta pandemia ha pillado al mundo entero con el paso cambiado… pero con el mismo paso muchos países ya están claramente en la fase de desescalada, con planes de seguridad concretos. Por no hablar de la cifra de fallecidos por cada 100.000 habitantes. Hasta Grecia y Portugal, los farolillos rojos de la Unión Europea, han dado una lección magistral de cómo se evitan miles de muertos.

Sánchez y su Gobierno neocomunista no está dando la talla en esta crisis.

Esto es lo que ocurre cuando tenemos un Gobierno de la Nación cuya prioridad en el inicio de la pandemia era tapar las miserias venezolanas de su ministro Ábalos --¿y de alguien más?--, de que la manifestación del 8-M permitiese a sus ministras demostrar que son las más progres, de pagar los favores de sus medios de comunicación y de colocar a Pablo Iglesias en el CNI. Nadie escuchó a la OMS y eso que hasta la Comunidad de Madrid dio la voz de alarma a principios de marzo. ¡Si hubiesen estado atentos… otro gallo nos cantaría!

Pero no. Sánchez sigue luciendo sus corbatas de colores… a lo suyo. Quiere que, con una venda en los ojos, saltemos al vacío y comulguemos con rueda de molinos, y olvida que cada uno de los ciudadanos que nos dio su confianza en las urnas lo hizo para que nosotros, desde el Congreso de los Diputados, desde el Senado, los gobiernos autonómicos, las diputaciones y los ayuntamientos defendamos los derechos de los españoles. La lealtad tiene dos direcciones: ayuda para buscar soluciones, toda la que haga falta, pero los errores los tendrá que asumir quien ocupa la responsabilidad de Gobierno, que para eso (no) ha tomado las decisiones.

*Alcalde de Sant Joan de Moró y

diputado provincial