Sería presuntuoso afirmar que saldremos mejores y más fuertes tras la pandemia. Sería imperdonable no intentarlo. No es mala idea que tratemos de aprender sobre todo cuanto nos ha pasado. Revisar las estrategias y las rutas emprendidas siempre ha sido un ejercicio saludable. Ahora, tal vez imprescindible. Sinceramente, no creo que los humanos cambiemos mucho. La tendencia es olvidar siempre lo inolvidable. La historia levanta acta de la fragilidad de nuestra memoria. Arte efímero.

Permítanme que, en el turismo (un sector especialmente afectado), sugiera cuatro puntos a tener en consideración.

En primer lugar, esto pasará y la gente volverá a viajar como una necesidad humana cuya proyección seguirá en alza. El reto de los viajes no será tanto la profilaxis sino la descarbonización de los combustibles. Tal vez algún día seamos ciborgs y con la realidad virtual será suficiente pero, mientras tanto, la felicidad humana precisa de la piel y de los sentidos. Volveremos a viajar y la industria del turismo retomará sus constantes vitales. Puede que la globalización no haya sido un camino empedrado de estrellas pero el mundo que viene no puede diseñarse ni relocalizando ni replegándonos en la tribu. El mundo no es demasiado grande para el turismo y cruzar fronteras ha de ser fácil. La corriente de proteccionismo que anuncian algunos, si se confirma, nos dejaría temblando.

En segundo lugar, la pandemia del covid-19 acelerará la transformación digital del sector. Esta misma semana damos un paso administrativo más para consolidar el cambio de paradigma en nuestra gobernanza del sector con el Datatur4CV. La gestión eficiente de los datos y del conocimiento para mejorar nuestra oferta y para optimizar la inteligencia de mercados. Necesitamos establecer índices, indicadores, nuevas métricas y ránkings para una refundada competitividad más sostenible y humana. Pero con datos y base empírica. Leibniz dijo aquello de «no especules, mide». No especulemos con las palabras (sostenibilidad, calidad, ecológico, verde, etc). Nuestro reto ahora son los indicadores de base científica. Nos va en ello la credibilidad, la reputación.

En tercer lugar, el valor de la marca. El branding es un reto perpetuo para un destino que se precie. Una marca habita en la conciencia y en los afectos de la gente, de los clientes (fieles o potenciales). Las marcas nacen, crecen, se desgastan, se fatigan y también se rearman y reinventan. En la arquitectura de una marca, compuesta de atributos y valores, deberemos reforzar la seguridad en sus diferentes vertientes. Seguridad ciudadana, seguridad sanitaria, alimentaria y también seguridad climática. Será el reto de mañana y pasado mañana. La nueva pandemia del cambio climático. La Comunitat Valenciana tiene que reconstruir su Big Idea en base a la sostenibilidad, un estilo de vida (el arte de vivir mediterráneo), la hospitalidad, la gastronomía (L’Exquisit Mediterrani), un relato de culturas y autenticidad, la música, etc…

La cuarta consideración la formulo a modo de clave de bóveda. Nuestra Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad. La estaba releyendo estos días y, sí, fue una aventura premonitoria con la que interpretar los cambios y señalizar el camino de las grandes transformaciones. Tenemos, en medio de la tormenta, la carta de navegación más acertada. Humildad y mucho esfuerzo, no hay más.

*Secretario Autonómico de Turismo