Mucho se ha escrito en las últimas semanas sobre los Presupuestos del Estado para Castellón. Evidentemente, a todos nos gustaría que fueran más y que nos llegaran a los municipios en mayor cantidad, que esa es la segunda parte. Pero desde luego, lo que tengo muy claro es que cada céntimo que se invierta en nuestra Comunitat y nuestra provincia, ahora va a servir a los ciudadanos. Bien para aumentar nuestra productividad, bien para resolver los gastos del día a día.

Si a alguien del Partido Socialista se le ocurre hablar de agravios comparativos con su añorada época zapateril, bien me gustaría recordarle que aquellas cuentas, o aquellos polvos, tienen ahora otros lodos.

Me refiero al proyecto Castor o a las famosisimas desaladoras. El Castor nos cuesta ya de nuestro bolsillo a todos los ciudadanos su precio en oro. 1400 millones sin ir más lejos. Esa maza ya nos ha caído.

Si hablamos de las desaladoras, la exministra de Medio Ambiente Cristina Narbona ha dejado en nuestra provincia una herencia envenenada. Las desaladoras de Moncofar y Orpesa. Acabadas pero que, si entran en funcionamiento, supondrán muchas pérdidas para todos.

Como alcaldesa de Benicàssim, heredé del tripartido el convenio de la desaladora. Si esta no se pone en marcha, deberemos devolver 35 millones de ayuda europea. Si se pone en marcha, el Ayuntamiento deberá afrontar una deuda que le eliminará toda capacidad inversora durante años. Y, por otro lado lo que es peor, el precio del agua para los vecinos podría incrementarse hasta un 300%. Eso sería pagar el agua del grifo a precio de agua mineral. Esa es la forma de invertir en Castellón que tuvieron los gobiernos de la nación socialistas. Esa es la forma de negociar los convenios locales que tuvieron el anterior alcalde y sus socios de izquierdas, ahora, convertidos en el tripartito de la Generalitat.

Yo voy a pelear para que ese desastre no caiga ni sobre las cuentas municipales ni sobre los bolsillos de los vecinos. Pero desde luego no consiento que nadie hable de cuentas, porque las suyas, desde luego, fueron cuentos.

*Alcaldesa de Benicàssim