Querido lector, reconozco que hasta hace poco no tenía ni idea de lo que era el TTIP. Recuerdo que la primera vez que vi esas siglas estaban en un cartel que, pegado en el tablero de anuncios de mi empresa, llamaba a una asamblea informativa sobre la evolución de la negociación de un tratado de libre comercio entre la UE y EEUU. Días después me pidieron, para un blog de una amiga, que escribiera mi opinión sobre los TTIP. Así es que, en poco tiempo, me vi metido en el asunto. Por eso ahora, cuando hace unos días he visto que Pedro Sánchez, el Secretario General del PSOE, le exigía (en el Congreso de los Diputados) explicaciones a Mariano Rajoy sobre la negociación del TTIP y, de paso, le advertía de que el PSOE no aceptaría ningún recorte del Estado de bienestar ni de los derechos de los trabajadores, les aseguro que no solo no me extrañó sino que me parecía una aseveración justa y adecuada.

Preocupación lógica la de Pedro Sánchez, porque el TTIP o el tratado para el libre comercio y la inversión, puede suponer, de verdad, un enorme peligro para el Estado de bienestar europeo, los servicios públicos, los derechos de los trabajadores, etc. Entre otros motivos porque uno de los negociadores, poderoso él, EEUU, pertenece al grupo de países que no cumplen algunos convenios de la OIT que hacen referencia a los derechos de huelga, sindicalización, negociación colectiva y, además, no tienen tradición ni legislación que facilite la participación de los trabajadores en las empresas. Pero, por si lo dicho no fuera suficiente, se está negociando a las espaldas de la ciudadanía y de los agentes sociales. Todo ello porque, parece ser, que se busca crear la mayor zona de libre comercio del mundo pero abriéndola a nuevas formas de desregularización y, peor aún, intentando poner por encima de la condición jurídica del Estado-Nación la del capital multinacional. En última instancia, y para que se entienda todo mejor, cabe señalar que el capital financiero internacional y algunas multinacionales americanas quieren ocupar sectores que, como las pensiones, la educación, la sanidad, la gestión del agua potable y los residuos, seguridad, etc., pertenecen a lo que en la UE se considera como público.

Querido lector, repito, no me extraña pues que todo esto inquiete a Pedro Sánchez. Creo que lo imprescindible, junto a pedirle a explicaciones al gobierno de España como parte de la dirección de la Unión Europea, es abrir un debate público sobre el TTIP y su negociación. Un debate que implique a los interlocutores sociales y a la sociedad civil. Un debate que ayude a entender lo que está en juego. H

*Experto en extranjería