Querido/a lector /a, confieso que consumo poca información sobre el coronavirus. Solo me paro ante un buen artículo o entrevista que me ayude a entender qué pasa, cómo evoluciona y por dónde podría ir el futuro.

Bueno, pues, a pesar de cumplir con lo dicho, aún mantenía el hábito (porque me hacía disfrutar) de sentarme ante la tele y ver algunos de los debates parlamentarios de este proceso. Vocación a la que también he renunciado porque sufro. No lo paso bien cuando veo que, en el marco de la peor crisis humanitaria y económica de nuestra historia reciente, cuando mueren miles de personas, la oposición, Vox y PP o PP y Vox, en vez de ponerse al servicio del gobierno o acercarse con voluntad seria de participar y proponer en defensa del mayor bien nacional, de la vida de los ciudadanos, acuden al parlamento para,sin escrúpulos, desde la irracionalidad y por un puñados de votos, ofender, insultar, degradar... y acusar al gobierno de casi todo lo peor y, especialmente, de algo parecido a la eutanasia colectiva o genocidio. ¡Demencial! ¡Vergonzoso!

Querido/a lector/a, no digo que todo haya sido perfecto. ¡Claro que no! Pero detrás de esta forma de hacer oposición que tienen Vox y el PP está lo peor de la política. Digo que se constata que el peor enemigo de la política es el propio político cuando le hace perder su papel emancipador. Digo que aparece la mala selección que hacen los partidos al elegir los cuadros que deben representar la soberanía nacional. Digo que no se reconoce al ciudadano como sujeto político con derechos y deberes cuando se ignora su exigencia (en momentos difíciles) de unidad de acción. En consecuencia, solo veo que a la crisis humanitaria y económica hay que unir una crisis política que, posiblemente por desmedida ambición, ignora el bien común. Por eso sufro y no veo esos debates. Me dan pena.

*Analista político