Querido/a lector/a, reconozco que la condición de jubilado tiene algunos beneficios. Más ahora que, aunque en cuarentena y sin nietos que llevar y recoger al cole, tienes tiempo para hacer algunas de las cosas que querías y no podías. Así es que, por citar el último ejemplo, señalaré que el miércoles me senté delante de la tele y vi y disfrute del pleno del Congreso de Diputados que debatía la prórroga del estado de alarma.

Controversia que ganó el Gobierno de Pedro Sánchez al ser respaldado por todos aquellos que, también con críticas sensatas, decidieron su voto sobre criterios o razones que tenían que ver con la opinión de los científicos, el control de la pandemia y la defensa de la salud. Actitud que no apreciaron los del PP y Vox al estar más pendientes de aprovecharse de la debilidad del Gobierno y utilizarla en beneficio partidista. Algo que les obligó, como siempre, a mantener ese estilo de bronca que no tiene interés social y, encima, desprestigia el valor de la política.

No obstante, confieso que quien me robó el alma fue el novato y aún titubeante portavoz de Podemos, Jaume Asens. Este diputado rozó mi fibra sensible cuando para justificar su voto, su sí, utilizo a Albert Camus y presentó ante la sede de la soberanía popular un diálogo o frase del libro La Peste, aquel que dice: «Puede parecer una idea ridícula, pero la única forma de combatir la plaga es la decencia».

Y es que Camus sabía y defendía que a pesar de que la tragedia puede sacar el egoísmo y la miseria humana, al final ese ser humano, que aún tiene más de digno que de desprecio, vencerá ejercitando su unidad en acciones que tengan que ver con aquello tan francés y republicano de la fraternidad. ¡Si, decencia!

*Analista político