Querido/a lector/a, hay días en el que uno, porque todo lo que ha visto tiene un tinte triste y sin futuro, considera que hubiera sido mejor no levantarse de la cama.

Eso es lo que me pasó el miércoles pasado cuando al levantarme, y como suelo hacer casi siempre, al abrir el iPad para leer las noticias del día me encontré en un periódico de tirada estatal que todo era feo y solo había malas noticias. De verdad. Y digo feo y malas noticias desde la realidad o la sinceridad, sin exagerar ni mentir. Así es que por ser exacto y dar conocimiento de lo que leí y sentí, diré que en la primera página o pantalla se decía algo así como: «Zuckerberg asume el error en la fuga de datos y advierte del peligro que representa Rusia», «El fiscal considera terrorismo el sabotaje que vienen realizando los grupos independentistas», «Dilma Russeff manifiesta que el encarcelamiento de Lula es una fase del golpe», «Los otros profesores que participaron en el máster de la Cifuentes manifiestan que el escándalo les está haciendo mucho daño», «El presidente Trump anuncia que está dispuesto a lanzar misiles», «Las agencias europeas del tráfico aéreo avisan a las compañías de posibles bombardeos en Siria en las próximas semanas»… En definitiva, ninguna noticia tenía buena cara ni era de buen rollo.

Querido/a lector/a, no cuento nada nuevo y, estoy convencido, de que todas estas historias ya las conocías. La cuestión es que todo aquello tan constitucional y republicano de que el objetivo de la política y los poderes reales deberían buscar y defender el bien común, la justicia social y la felicidad del ser humano, no solo no se cumplen sino que se olvidan y se ven ridículos si alguien los recuerda. Así es que, lo aconsejable por el bien del futuro y como decía Martin Luther King, es aceptar como normal la decepción finita pero, no perder, bajo ningún concepto, la esperanza infinita en un mundo y una humanidad mejor.

*Analista político