El diccionario de la Real Academia de la Lengua define la decepción como el pesar causado por un desengaño. Definir los sentimientos es quizás una de las cuestiones más complicadas del mundo, es como intentar describir en palabras lo que se siente al escuchar a Josef Strauss. Pocas veces se logra adjetivar las emociones.

Los Presupuestos Generales del PSOE para Castellón son eso: una grave decepción no solo por el análisis de las cifras, sino porque suponen un cambio de ciclo económico en toda regla. Y es que el presidente Sánchez demuestra con este presupuesto que por un lado están las palabras, que demuestran una forma de pensar y, por otro, están las acciones que demuestran quién es cada uno. La decepción, ya digo, se convierte en preocupación cuando uno analiza el rumbo de la economía y lo poco que ayudan estas cuentas. El PGE no deja de ser un análisis de la realidad y todos los economistas advierten de la necesidad de tomar medidas porque vaticinan una nueva crisis económica mundial.

No descubro nada nuevo si manifiesto mi ideología liberal. Creo que alejarse del liberalismo es alejarse de la creación de oportunidades y del empleo y, por desgracia, en los pocos meses que lleva Sánchez en la Moncloa las cifras nos dan la razón.

En España habíamos entrado en un círculo virtuoso en el que gracias a la creación de empleo se estaban bajando los impuestos. Y la bajada de la presión fiscal, como en el IRPF, se traduce en más empleo, en más ingresos para las personas y los trabajadores. En definitiva, en más progreso y una mayor recaudación. Pero frente a ello nos topamos con las políticas de izquierda que se adentran de nuevo en un círculo vicioso: la de aumentar el gasto público con lo que, para hacer frente a ello, no solo aumenta la deuda sino que crecen los impuestos para recaudar y poder hacer frente a ello.

Es algo que por desgracia está en la memoria de todos y que el PSOE llevó a cabo en su último mandato con Zapatero al frente. Esta perversión de la economía ha sido así desde siempre y las recetas económicas para crear empleo deben pasar por aliviar las cargas y reducir la administración. El año pasado Castellón lograba crear más de 6.000 puestos de trabajo al año y ahora, en cuestión de seis meses, la cifra ya se ha reducido a los 4.000.

Si entramos al detalle, los presupuestos para 2019 crecen los impuestos de forma abismal lo que frenará el crecimiento. Las únicas inversiones que se anuncian para este año son las que el PP dejó en marcha peor con el agravante de que eliminan proyectos que sí estaban previstos.

La autovía de Castellón, la A-7, desaparece de la programación y dejan a nuestra provincia como la única del eje Mediterráneo sin una autovía. O la N-232 que tanto esfuerzo logró y que ahora se ha paralizado sin ninguna explicación. O la falta de inversiones en cuarteles, en carreteras, el Puerto o en Costas. O la inversión que anunció el ministro De la Serna en Cercanías y que el PSOE ha reducido de manera drástica. La decepción para Castellón es mayúscula. Y nuestra provincia no merece un trato injusto de parte de los que ya nos condenaron a tener el Castor o las desaladoras. Merecemos más.

*Presidente de la Diputación de Castellón