Parece un tema menor, pero va en serio. El mosquito es el principal homicida de seres humanos, mata unos 750.000 al año. Por encima del propio hombre, segundo depredador, que mata aproximadamente medio millón. Y en tercer lugar, las serpientes. A pesar de que el hombre llegó a la Luna hace medio siglo, todavía no ha sabido defenderse del vuelo de un diminuto insecto. También hace 50 años que aprendimos a trasplantar corazones, pero el problema de la alopecia sigue vigente.

La primera estrategia para defenderse de los mosquitos es matarlos. A manotazos, con el matamoscas, con trampas, tiras pegajosas o una inquietante lámpara UV de 1.000 voltios que los atrae y los carboniza con un característico chisporroteo y olor a chamusquina. A principios del siglo XX se idearon aparatos pulverizadores de insecticidas, bombeados a mano. Pero en 1927 un químico noruego inventó el aerosol.

El Ejército americano compró la patente para proveer de insecticida a sus tropas en el Pacífico durante la segunda guerra mundial, diezmadas por tan insignificante enemigo. Pero contaminar el ambiente con DDT es similar a matar moscas a cañonazos y te puede salpicar. Además, eso de matar no es muy zen.

El segundo método para defenderse de los mosquitos es espantarlos para que vayan a picar a otro; es muy poco solidario pero efectivo. Consiste en untarse con un repelente. A nivel comunitario también existen velas, evaporadores, plantas de citronela… Y lo último es espantarlos con el ruido, con ultrasonido que en teoría los aleja, lo puedes descargar en el móvil. Pero solo hace que ponerte más nervioso mientras siguen picándote. La milenaria mosquitera, lo único infalible, duradero y no contaminante.

Por favor, ideas nuevas contra el enemigo número uno.

*Escritor