Hace dos semanas, igual que tantos otros días, desgraciadamente, nos sobrecogía la trágica y evitable muerte de un nuevo inocente, víctima de los derechos de aquellos que solo tienen eso, derechos, mientras el resto cargamos con sus deberes.

Ahora, igual que tantos otros días, desgraciadamente, dejaremos de hacer y silenciaremos los gritos de impotencia de una madre, porque en caliente no se actúa, no se piensa, no se legisla, no se vive... En caliente, solo se muere, tanto como las esperanzas y sueños de demasiados. Callaremos nuestra rabia ante el sonido atronador de la justicia, esa que vive en las bocas de aquellos y aquellas que nunca la necesitaran y muere en las manos vacías de aquellos que nunca la conoceremos, pero nos exigirán, una vez más, el acto de fe de confiar en aquello que no solo no vemos si no que tampoco nos ve, quizá para ese fin le pusieron la venda.

La justicia en España no está ciega, señores, está secuestrada bajo la ineptitud de unos cuantos y la pasividad de otros muchos. Hoy, igual que tantos otros días, desgraciadamente, escribiremos y escucharemos palabras fatuas, vanas y reiterativas que intentarán de nuevo, formar un muro de contención para que el mar de indignación no salpique a nuestros tolerantes y siempre bienhechores portavoces de los derechos de los más torcidos, mientras nosotros, los intolerantes ignorantes nos ahogamos en nuestro propio vómito. Hoy, igual que tantos otros días, desgraciadamente, muchos inocentes cumplirán una condena perpetua sin remisión para que unos pocos culpables, no cumplan la suya con revisión, y la cadena de injusticias se cobrará un eslabón más con el nombre de Gabriel grabado, un cuerpo más que arrojar a la fosa de los comunes, los otros, los propios, esos mantendrán a buen recaudo sus fastuosos panteones.

HOY, igual que tantos otros días, desgraciadamente, una madre gritará en silencio. A pesar de lo que digan y comenten, no hay más peces en el mar, porque a ella se le ha secado el océano entero.

Hoy, mañana y siempre, muchos recordaremos que hay demasiados dispuestos a olvidar. Descansa, Gabriel, que nosotros no lo haremos y no te olvidaremos.

*Miembro de Coasveca