Cuántas veces hemos indicado en diversos artículos que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. O tercera. Cuántas veces hemos oído de nuestros representantes públicos la palabra IGUALDAD. Cuántas veces hemos recalcado que más que igualdad, existe DESIGUALDAD.

Los últimos días estamos viendo como la segunda ola de la pandemia avanza sin control y en los medios de comunicación nos trasladan que la situación existente en Madrid por los contagios está llegando a confinar a barrios y distritos enteros y con fuertes medidas de restricción. Los datos no sorprenden mucho si tenemos en cuenta que se trata de los barrios con menos renta per cápita de la capital y con más población.

Varios estudios esclarecen que la pandemia afecta con más fuerza a los barrios empobrecidos y allí donde existe mayor desigualdad. Se trata de zonas donde hay que hacer un mayor esfuerzo para lograr la equidad sanitaria, la igualdad de tratamiento o la protección financiera de las familias más humildes y con menos recursos. Para algunas, la simple compra de mascarillas para todos los miembros del núcleo familiar supone un gasto que no se pueden permitir. Con esta desigualdad está relacionado el tipo de vivienda y el número de convivientes en cada hogar, así como las costumbres sociales de estos distritos altamente poblados y muy multiculturales. También la movilidad, ya que se trata de distritos con una gran parte de la población trabajadora que hace uso del transporte público en hora punta. Hay menos personas que puedan hacer uso del teletrabajo. Una brecha social que ahora también es sanitaria.

¿Cuántas personas pueden trabajar desde casa? ¿Quiénes pueden evitar el transporte público para ir a trabajar? ¿Quién tiene varios ordenadores y conexión a internet para que los niños estudien de forma remota? En momentos como estos, las disparidades en la riqueza parecen dolorosamente claras.

Pero lo que ocurre en Madrid, en menor medida se puede extrapolar a otras ciudades, donde socialmente las desigualdades también existen, y los problemas de falta de recursos están a la orden del día. Hemos de distinguir entre pobreza y desigualdad. Que no es lo mismo. Por pobreza cabe entender la carencia de bienes y recursos necesarios para llevar una vida digna. Mientras que desigualdad es una condición o circunstancia de no tener una misma naturaleza, cantidad, calidad, valor o forma que otro, o de diferenciarse de él en uno o más aspectos.

Durante esta crisis del covid, hemos visto aumentar las solicitudes en los bancos de alimentos y allí, es donde se puede observar en qué sectores está afectando más esta pandemia. Si la sociedad que entró en la crisis del coronavirus era ya una sociedad desigual en la que imperaban las diferencias entre unos y otros, la que saldrá de la pandemia será aún peor. Son muchos los expertos que apuntan a que esta crisis va a aumentar la brecha que ya existía.

El artículo 14 de la Constitución Española del 1978 indica que «los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social», pero por desgracia, no es así.

En la gran mayoría de ciudades, por no decir todas, existe y ha existido la desigualdad. ¿O acaso tienen los mismos servicios y medios todos los barrios y/o distritos de las ciudades? Quien no lo quiera ver, que se quite el antifaz, pero habemus un problema.

La desigualdad estaba ya aquí, el covid lo único que ha hecho es enseñárnosla y destaparla. A partir de aquí, que cada uno saque sus propias conclusiones. H

*Presidente de la Federación Coordinadora de Entidades Ciudadanas de CS (Coasveca)