Querido lector, se han celebrado las elecciones en Euskadi y Galicia y los resultados no aportan nada nuevo. Es decir, el PNV y el PP han ganado, el PSOE ha bajado en las dos comunidades y Podemos sigue demostrando que está aquí para quedarse, ocupando un espacio de izquierda que parecía que le pertenecía al PSOE. Aunque, en política como en el amor, nada pertenece ni es para siempre si no se renueva.

Pero ¿sabes lo que no me gusta del resultado?: que todo el mundo ve el permanente descenso del PSOE como algo natural. ¿Sabes que me sienta aún peor? Que lo que leo y escucho de los barones, de Pedro Sánchez y de la indignada afiliación, apunta a que todo esto puede ir a peor. Me explico: las públicas desavenencias entre los barones, la Comisión Ejecutiva y Pedro Sánchez, no son el mejor programa electoral. Hacen que el PSOE aparezca como un partido dividido e ineficaz para atender las necesidades de un país con problemas. Circunstancia que también dificulta la posibilidad de un gobierno de progreso con Podemos y Ciudadanos al hacer aparecer a Sánchez como un hombre sin autoridad, cuestionado por sus más notables afiliados e incapaz de gobernar su propio partido. Por eso, y lo digo como lo siento: no me extraña y lo entiendo, pero me duele y no me entusiasma, que se convoque el congreso ahora, en el marco de este conflicto y en campaña electoral.

Digo no me extraña porque los barones le impiden con las famosas líneas rojas que Sánchez pacte con Podemos y gobierne con 85 diputados, le niegan la autoridad, le demuestran clara deslealtad, etc. Por eso, entiendo que Sánchez proponga y reclame el congreso para que los votos y la voz de todos los afiliados. Hacia falta pues, un Congreso que pensamiento, de deliberación, para ayudar a construir la socialdemocracia que en el futuro tuviese protagonismo político y aportara esperanza. H

*Experto en extranjería