Un acto que se repite cada verano y que forma parte de la tradición política española -el despacho del Rey en Marivent con el presidente del Gobierno- ha recobrado este año una trascendencia especial a causa de la situación de bloqueo político existente en nuestro país tras las elecciones del pasado 28 de abril. En estos algo más de cien días transcurridos desde entonces Pedro Sánchez fracasó en un intento de investidura y una repetición electoral no es descabellada, una posibilidad que el rey Felipe VI ha manifestado que era preferible evitar.

En este contexto, el encuentro de ayer entre el Monarca y Sánchez dejó motivos para la preocupación. El presidente en funciones y candidato socialista confesó que se mantiene la desconfianza entre el PSOE y Unidas Podemos (UP), y que es mutua, y reiteró su llamamiento a izquierda y derecha a que no bloqueen un segundo intento de investidura, que calendario en mano debe producirse en el próximo mes de septiembre. En su intervención ante la prensa, Sánchez volvió a enumerar los motivos por los que no desea un Gobierno de coalición con UP. La situación, pues, es muy similar a la que desenvocó en el fracaso del primer intento de investidura.

El problema, como indicó Felipe VI, es que una repetición electoral es un escenario indeseable por varios motivos. Primero, porque la mayoría de los ciudadanos no la quieren. Otra cita en las urnas supondría la repetición de lo sucedido en el 2016, y certificaría que el sistema político español vive en una situación de bloqueo que dura desde la convocatoria electoral de finales del 2015. El bipartidismo dio paso a un modelo de bloques ideológicos en los que la derecha sí parece encontrar fórmulas de acuerdo (Andalucía, Murcia, Madrid) pero la izquierda, salvo excepciones como la de nuestra Cominitat, no. Fracasó en el 2016, fracasó en el primer intento del pasado julio y las perspectivas para septiembre no son halagüeñas, a juzgar por lo que ha sucedido desde la investidura fallida: no hay negociaciones directas y los esfuerzos parece que de nuevo se concentran en preparar el terreno en caso de fracaso más que en construir un ambiente de confianza que dé paso a un diálogo constructivo.

Es natural, tras el fracaso de la primera investidura, que las relaciones entre PSOE y Unidas Podemos no sean las mejores. Pero, dado que de la derecha no puede esperarse el fin del bloqueo, en las dos formaciones de izquierda recae esta responsabilidad. Por ahora, no la han asumido y el tiempo transcurre. Si nada cambia, no hay motivos para pensar que en septiembre el resultado vaya a ser diferente al de julio.