La semana pasada se constituyó en Madrid la Red Nacional de Destinos Turísticos Inteligentes. Un acto en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo con la participación de cuantos actores públicos y privados estiman necesario no dar más pasos perdidos en un tema que marcará el futuro inmediato del sector.

Resultó gratificante escuchar en boca directa de quienes pilotan este gran proyecto nacional que su inspiración había sido el modelo que hemos diseñado en la Comunitat Valenciana. En buena medida puede serlo porque en este periodo hemos decidido, al amparo de la nueva Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad, construir un sistema de conocimiento e inteligencia vinculado al turismo. Nuestra entidad lleva toda la legislatura conveniando con todo el sistema universitario público y otros centros de investigación la obtención de talento y valor añadido que nos aporte a medio plazo ventajas competitivas para un sector cuyo futuro pasa por su inmersión en la economía digital. Disponemos del Instituto de Tecnologías Turísticas que, ubicado en Benidorm, ha comenzado ha desplegar su estrategia en todo el territorio, alcanzando nuestra provincia como punto de necesaria compensación histórica. Ya no nos pueden pasar de largo más trenes vinculados a la innovación y las transformaciones que marcarán el futuro.

Mención especial merece nuestro programa piloto de playas inteligentes que irá acelerando su desarrollo. Las nuevas tecnologías, la sensorización, el internet de las cosas y la gestión de toda esa información de manera cabal nos abre a un mundo en el que las oportunidades de negocio y la generación de nuevas economías también experimentarán un gran revulsivo.

Es ya una certeza que el mercado (las iniciativas de la gente emprendedora con proyectos innovadores) va por delante de los poderes públicos. Es un dato que reclama una respuesta en términos de gobernanza. Un espacio público-civil que diseñe el modelo de desarrollo y garantice su transparencia y participación, así como el mantenimiento del sentido último de todo avance tecnológico: servir a la felicidad de los seres humanos.

Una ciudad, un destino, un territorio inteligente, ciertamente, es aquel que es capaz de identificar sus componentes singulares y sus rasgos de excelencia para, con las herramientas de la revolución digital, llegar más lejos. A saber, lograr interactuar y sacar el máximo provecho a una realidad contundente que ya lo condiciona todo: el propio turista o viajero es el que presenta un nuevo lenguaje, un nuevo código de relaciones y de provisión de servicios y productos. Casi el 90% de nuestros turistas usan smartphones.

El teléfono inteligente resulta clave antes, durante y después del viaje turístico. En el dispositivo se contrastan, valoran y toman todas las decisiones. Se examinan ofertas, se escrutan todas las opciones, se modifican si surgen mejores propuestas y, finalmente, se prescribe destino en función de cómo nos ha ido personalmente. Una cierta masa crítica de opiniones de gente anónima acaba siendo ya más creíble que las campañas oficiales en las grandes ferias generalistas. La era digital lo cambiará todo. Ready?

*Secretario autonómico de Turismo