Querido lector, el día en que el PSOE estableció la consulta de sus militantes para decidir (el si o el no) sobre el posible acuerdo para un gobierno de progresista y reformistas, se me acercó una señora y me dijo: “Vicente, tu eres de izquierdas, vota no y exige un gobierno con Podemos”. Propuesta que escuche pero que no contesté. Tal vez porque, aunque el hecho político es público, reconozco que alguna vez estoy hasta el gorro de personas que, a pesar de no asumir compromisos políticos ni sociales, exigen a quienes a cambio de nada aceptamos responsabilidades ciudadanas y nos pringamos.

La verdad es que no es fácil. Las derechas no llegan, las izquierdas tampoco y los otros en la independencia. Así es que están los que quieren pactar, los que no quieren, los que esperan ocupar el espacio de otros, los que piensan en nuevas elecciones, etc. En cualquier caso soy partidario de un gobierno progresista y reformista que aporte soluciones con justicia social y que permita una vida digna, que nos ayude a salir de la crisis de la política haciendo que esta defienda el bien común y, además, posibilite que la izquierda mantenga su papel de portadora de esperanza. Un pacto, un gobierno, en el que, como es lógico, Podemos debería tener protagonismo.

De todas formas, horas después vote sí. Un voto sin dudas que respondía a una reflexión muy debatida y compartida. Es decir, he votado sí porque votar no era un desastre incalculable para el PSOE: la dimisión del secretario general, la imposibilidad de un gobierno de progreso, nuevas elecciones y el lío de la confrontación que supone elegir un nuevo candidato. Pero, además, he votado si porque no soy de los que le dan la espalda a quien (como Pedro Sánchez) frente a las líneas rojas de los barones del PSOE (que imposibilitaban negociar en la práctica) y a la cierta incoherencia y posibilismo de Podemos, ha optado por no resignarse y buscar caminos para un gobierno de progreso y reformista. Respecto a Ciudadanos, soy partidario de que en ciertos temas institucionales (Constitución, diputaciones,…) se debe salir del frente-populismo y no tener miedo a pactar con quien esté dispuesto a abrir reformas. En última instancia, aclaro, que el simple hecho de votar o de participar en temas como este, esenciales, es positivo y necesario.

Querido lector, ¿y ahora qué? Algo muy simple. No dar nada por terminado y aprovechar los días de debates y votaciones de la investidura para seguir proponiendo, negociando y buscando con Podemos y compañía un gobierno que evite nuevas elecciones y posibilite un futuro de dignidad. H

*Experto en extranjería