Hoy es el día de Europa. Alejandro Magno sostenía que el final y la perfección de sus victorias era evitar los vicios de los pueblos que sometía. Ese enfoque de sus conquistas encierra los fundamentos de una impostura que la historia cronificó posteriormente. Tal vez, el macedonio sentara las bases y los principios fundacionales del eurocentrismo. No en vano recibió formación de un Aristóteles que no renunció en sus textos a jerarquizar las razas y los pueblos de su tiempo.

Un sentimiento que alimentó la idea de superioridad. Una superioridad que le ha permitido a Europa otorgar durante siglos el certificado de civilización a los demás. Pero hoy el mundo le ha dado la vuelta a todo. Europa envejece aceleradamente y no logra escapar de su cuerpo de piedra. Anidan por doquier contradicciones y la arquitectura política e institucional diseñada para liderar la globalización ha fracasado.

Europa cría sus propios cuervos y sus ínfulas devienen más absurdas que nunca. Unos cuervos que arrancan los ojos de un organismo que ya perdió el corazón. Cuna del pensamiento más racional, humanista e ilustrado, casi nunca hicimos honor a nuestro potencial.

La penúltima demostración del fiasco europeo la escenificaron Sarkozy i Cameron cuando viajaron a Libia para repartirse el botín del sátrapa caído, antaño pupilo cómplice. Lo peor de esa estampa no fue el resurgir extemporáneo de las metrópolis, sino el silencio del resto de cancillerías que entonaron el réquiem definitivo a toda política exterior común.

Y ahora, los refugiados. Cada campamento, cada suburbio, cada camino de herradura levanta un gigantesco espejo dirigido a la faz de la Unión Europea. El rostro que retorna reflejado causa una vergüenza insoportable. Peor escalofrío que el derivado del terror gótico de Dorian Gray. El fondo del Mediterráneo va camino de ser un sarcófago de desdichados inocentes que entendieron mal a los heraldos del norte. Porque el norte no tiene valores ni consistencia alguna en sus declaraciones universales. Hoy no deberíamos celebrar el día de Europa sino el día de todos los santos. Hoy es un día de difuntos. En medio de tanta pereza negligente, permítanme que destaque la voluntad del gobierno valenciano aportando un proyecto de esperanza. Fui testigo directo de su presentación ante la Alta comisionada para los Refugiados de Naciones Unidas. Le trasladamos la voluntad de fletar un barco para salvar a miles de seres humanos de la tragedia que sufren. Lo teníamos todo a punto a expensas del plácet del gobierno español y de las instancias europeas. Hoy hace siete meses de aquello. Viva Europa. Otra Europa, claro. H

*Sec. autonómico de Turismo