Cada uva, cada gajo de mandarina castellonense, debería liberarnos de todo lo malo, como un conjuro para la purificación, para vaciarnos de la ignominia, injusticia, malos tratos, tristeza, y el dolor que nos puede llegar en un periodo de 365 días. Simultáneamente buscamos 12 buenos motivos que nos permitan soñar con un buen año. El mejor. Como deseamos todos los años en un día como hoy. Una noche global que, al igual que el resto de las fiestas navideñas, marca profundamente las diferencias. Opulencia frente a escasez, alegría frente a tristeza, bullicio frente a soledad, y vida frente a la muerte, doliéndonos la terrible ausencia de las muchas mujeres asesinadas y agredidas.

El año que se despide ha tenido luces y sombras, ha sido un tiempo extraño, un tránsito que nos instala ante un periodo marcado por la incertidumbre y el desasosiego. Despedimos un año ambiguo que, aunque se quiere pintar de colores y felicidad, no ha superado las prolongadas crisis de valores, económicas, sociales y políticas. Un año en el que hemos escuchado repetidas frases de esperanza, «todo se está solucionando, todo está cambiando, hemos recuperado derechos, las personas son lo primero...». Un positivismo que ha logrado nuevas realidades, pero de baja incidencia. Porque, desde la gran crisis de hace años, seguimos escuchando el lamento, enfado y la desesperación, porque los salarios son precarios y no suman aumentos anuales mientras los precios suben, porque la inseguridad laboral es una losa maldita, porque los niveles de pobreza siguen creciendo. Porque hay preocupación, desconfianza y tristeza en muchas miradas. Porque este país deriva hacia viejas/nuevas tendencias ultraderechistas que captan los desencantos, porque estas corrientes arrastran a una masa ciudadana que perdió hace tiempo la libertad de pensar libremente, el espíritu crítico y el análisis preciso para proteger la democracia. Las uvas de mi noche serán bellas, certeras, generosas y solitarias. Esta noche mis deseos se miden por la luz, la estima y las palabras, por la sonrisa y el futuro de un bebé al que amo, también por el futuro de mis hijos, por el calor y los abrazos de la gente amiga, por las miradas sinceras, por la esperanza, el diálogo, la convivencia, la justicia, la libertad, por la vida y la felicidad de las mujeres, porque el nuevo año no nos rompa en mil pedazos.

*Periodista