En el mes de febrero tiene lugar la campaña anual de Manos Unidas, que este año celebra su 60º Aniversario: son 60 años de lucha contra el hambre de pan, el hambre de cultura y el hambre de Dios. Ya desde un primer momento, Manos Unidas vio que la negación de los derechos humanos está en la base y es una de las causas fundamentales de la pobreza y la exclusión que sufren cientos de millones de personas en nuestro mundo. De ahí que su compromiso cristiano por el reconocimiento efectivo a favor de los derechos humanos de todos, en especial de los más pobres y desfavorecidos y, entre ellos, de las mujeres y de las niñas, haya estado siempre presente en el trabajo de Manos Unidas. Hablar de derechos humanos significa, ante todo, poner en el centro de la reflexión y de la acción la dignidad de toda persona humana, como hace Manos Unidas. La dignidad de todo ser humano es el fundamento de los derechos humanos, que son universales e indivisibles. Los derechos humanos fueron declarados para eliminar los muros de separación que dividen a la familia humana y los pueblos, y para favorecer el desarrollo humano integral.

Es cierto que se ha avanzado mucho en este terreno. Pero no es menos cierto que aún queda mucho por hacer para que el ejercicio y disfrute de los derechos humanos sea efectivo y real para todos. Por ello, Manos Unidas quiere seguir en su lucha por erradicar el hambre en el mundo; 821 millones de personas pasan aún hambre y cada día mueren unas 25.000 personas por causas relacionadas con la pobreza. Es un verdadero escándalo que exige nuestro compromiso en favor del derecho a la alimentación, como un imperativo de nuestra fe y de nuestra responsabilidad con la construcción del bien común.

Apoyemos con generosidad a Manos Unidas en su lucha a favor de la justicia y de una vida digna para todos.

*Obispo de Segorbe-Castellón