Reconozco que alguna vez me acerco a este pequeño espacio con una noticia, la que sea, y sin consideración expreso mi opinión con tono categórico y definitivo hasta que según mi entender la agoto o la cierro. Otras veces, como hoy pienso hacer, comento algo pero no lo termino, lo dejo abierto y, supongo, obligo a pensar: porque caben varias soluciones, porque no tengo ninguna que considere adecuada o, simplemente, porque estas cosas pasan sin pensarlas ni predeterminarlas. Así salen y punto.

En esta ocasión quiero hablar de algo que, aunque puede parecer simple, personalmente no tengo tan claro. Me refiero a la decisión de Nike, de la multinacional del deporte, de fichar y realizar una campaña mundial de publicidad utilizando a Colin Kaepernick, al jugador negro de fútbol americano que en protesta contra las políticas racistas, xenófobas de brutalidad policial, antisociales… empleadas por el presidente Trump, se quedó sentado o clavando la rodilla en tierra, sin levantarse, cuando sonaba el himno de los EEUU.

Un jugador que desde entonces ha sido tratado de «hijo de puta y enemigo de la patria» por el propio Trump y, en consecuencia, no lo ha contratado ningún equipo. Una campaña publicitaria que utiliza la imagen de este deportista y, sobre ella, se lee: «Creer en algo. Incluso si significa sacrificarlo todo».

Es cierto que con esta campaña Nike defiende la dignidad humana. Y más, cuando aguanta aun sufriendo las presiones de Trump y la América profunda, el boicot de sus productos, la pérdida de valor de las acciones… Pero también es cierto que Nike, sin creer en ellos y solo por vender, ha utilizado la imagen de Che Guevara y Mao y, además, para abaratar el coste de su producto parece que ha explotado a niños.

¿Por qué esta campaña? ¿Por defender la dignidad humana, por vender, o por las dos cosas? En cualquier caso, me gusta que así sea.

*Analista político