Salvador Illa dimitió el martes 26 de enero para concurrir a las elecciones catalanas del 14 de febrero. En rueda de prensa se le preguntó si hacía algo de autocrítica, dado que somos uno de los peores países del mundo en infectados y fallecidos.

Es una evidencia que nadie ha acertado en todo. Como lo es también que hay países que han cometido más errores que otros.

Hace un año, el 24 de enero el ministro nos dijo «quiero dar un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía porque estamos preparados para afrontar cualquier situación. No quiero generar alarmismo. La situación en España es de riesgo bajo».

El 12 de febrero, el ministro se indignó por la suspensión del Mobile World Congress: «Ninguna razón de salud pública nos aconseja tomar medidas en España». Un día después y ante el miedo de que el virus pillase a nuestros sanitarios desprovistos del material necesario, Salvador Illa afirmó: «España tiene suficientes suministros personales de emergencia en este momento».

A finales de febrero, con el virus causando estragos en varios países, en la CNN le preguntaron a Illa ¿por qué España no cierra fronteras? Su respuesta: «No es necesario cerrar fronteras con Italia o con ningún otro país». El 29 de febrero, en la Sexta, Illa se mostró contundente sobre el uso de las mascarillas: «Las mascarillas sirven para lo que sirven. No son necesarias en España».

El 6 de marzo, en Rac1 le preguntaron si era necesario un confinamiento. «Estas medidas no son necesarias en nuestro país».

El 10 de marzo todo cambió. El Gobierno pidió a evitar desplazamientos que no fueran imprescindibles y prohibió los vuelos desde Italia. La prensa le preguntó ¿por qué se decide 48 horas después de la manifestación del 8-M suspender las manifestaciones? ¿Por qué no previamente con los datos que ya manejaban? «Las medidas son para eventos a puerta cerrada. El cambio se produjo el domingo al anochecer. Tuvimos un aumento significativo en Madrid y en Vitoria el domingo por la noche que provocó el cambio de medidas».

El sábado 14 de marzo se decreta el estado de alarma, España es arrasada por la primera ola de la pandemia y el Gobierno se ve obligado a hacer compras masivas de material para sanitarios y de test para la población. Algunas partidas llegaron defectuosas.

El 10 de abril, Illa recomienda el uso de mascarillas en los trayectos al trabajo o en transporte público. La situación seguía descontrolada y se le preguntó quién le asesoraba: «El comité científico ya saben quién lo forma, son las personas que por su condición ostentan esta responsabilidad» [sic].

La primera ola de marzo, abril y mayo se cebó en las residencias de mayores. El 5 de mayo se le preguntó por los datos de fallecidos en estas residencias y la respuesta fue: «cuando tengamos el dato, lo daremos a conocer». El dato oficial seguimos sin saberlo.

En septiembre, la Ser descubrió que el comité científico desde junio no se reunía. Estaba desactivado. La segunda ola del coronavirus obligó al Gobierno a decretar el segundo estado de alarma.

El 26 de noviembre, Illa tranquilizó a los españoles: «No habrá 17 navidades, habrá una Navidad y espero que la gente lo celebre con responsabilidad».

El día 29 de diciembre le preguntaron en TVE por un rumor, su candidatura a las elecciones catalanas. «El candidato va a ser Miquel Iceta ». Luego dijo: «Puedo ser útil para resolver la situación de Cataluña y aquí estoy, preparado para presidir Cataluña».

Juzguen ustedes su gestión como ministro durante una pandemia que el día en que dimitió registró el número de fallecidos más alto de los últimos ocho meses.

En el traspaso de cartera, recibió a la nueva ministra con un: «Vas a disfrutar». Con casi 90.000 muertos, ¿dónde está el disfrute? ¿En organizar la vacunación sin vacunas? ¿Cerrar la hostelería? ¿Confinar media España? ¿Ir a los mítines del PSOE en Cataluña? Pues eso, «disfruta, Illa, disfruta» y tanta paz lleves como descanso dejas. H

*Portavoz del PP en la Diputación