Dos años después de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, hoy se recordará a las víctimas de esa barbarie. Hoy es un día para manifestar el duelo y recordar a las víctimas de aquella masacre. Aunque sea también un momento en que tiene sentido para hacer balance de lo sucedido en el verano del 2017. Con el juicio en el que se determinarán hechos probados y responsabilidades aún pendiente, la investigación de los cuerpos policiales ha podido esclarecer gran parte de los hechos que rodean la preparación de los atentados frustrados por la explosión de la casa de Alcanar, la radicalización de sus autores y la masacre que la célula de Ripoll ejecutó como alternativa. Sin embargo, aún hay aspectos en a los que no se ha podido encontrar respuesta.

La mejor respuesta a los terroristas, y el mejor homenaje que se puede hacer a las personas que perdieron su vida hace dos veranos en Cataluña y a quienes hicieron todo lo posible para evitar que la tragedia fuese mayor y capturar a los responsables, es hacer que la semilla del odio que quisieron sembrar no arraigue. No convertir una fecha de recuerdo y duelo en un intercambio de medias verdades o falsedades completas. Plantar cara al discurso racista que se expresa de forma cada vez más descomplejada y con resultados electorales afortunadamente minoritarios pero desgraciadamente apreciables, y al de la intolerancia fanática que llevó a unos jóvenes a cometer aquellos crímenes.

Y revisar y mejorar también los mecanismos de cooperación policial que eviten una nueva tragedia. Y sobre todo hoy, rememorar a las víctimas y no faltarles al respeto utilizándolo como instrumento.