Querido lector, el sábado fui a cenar con el grupo de personas que, junto a los respectivos familiares y ayuntamientos, y en defensa de la dignidad humana y de la memoria histórica, organizaron un homenaje a dos rostpanier de aquí, de nuestras tierras: Uno de Almenara y otro de la Vall d’Uixo.

Por cierto, puede ser que lo de la cena homenaje a dos rostpanier aclare poco. Por eso, voy a tratar de explicarme desde la sinceridad crítica: cuando digo rostpanier, hablo del nombre alemán con el que los nazis denominaban a los prisioneros republicanos españoles que había en el campo de concentración de Mauthausen (conocido como el campo de los españoles, porque de los 10.000 que fueron a campos de concentración, 7.300 estaban en Mauthausen y, de ellos, 5.000 murieron) y que consideraban rojos, apátridas y enemigos públicos. Cuando señalo que el merecido homenaje (exposición sobre el horror, conferencia coloquio, colocación de placa en las casas natales…) se celebra ahora, hace cinco o seis días, en el 2016, más de 75 años después de que llegaran los primeros republicanos a Mauthausen, estoy denunciando el hecho cierto de vivir en una sociedad (me refiero a la época de la democracia, porque nada se podía esperar de la dictadura) que no solo no les reconoció el honor merecido por ofrecer su vida y sufrimiento por las libertades republicanas, los derechos humanos y la justicia social, sino que, al tiempo, olvidó de devolverles el orgullo y la dignidad mutilada. Cuando detallo que fuí a la cena homenaje, porque conocía a Tita y a Suso, la hija y el yerno de José Sáez Melchor, el de Almenara, estoy diciendo que los conocí en París porque, por amor a su patria, a España, muchos de estos republicanos españoles además de padecer la guerra civil, la diáspora, la lucha contra los nazis en la Guerra Mundial y el terror de Mathausen…, además, repito, tuvieron que vivir y morir en el exilio como apátridas o franceses (este es el caso) porque Franco dijo que fuera de las fronteras de España y en los campos de concentración nazis no habían españoles.

Querido lector, permíteme que termine diciendo que todo esto se hace con ánimo de no olvidar lo que pasa cuando la propia sociedad y sus líderes más representativos pierden la perspectiva moral de sus acciones. Algo que puede parecer que solo ha existido en el pasado, pero aparece y reaparece de otra forma, claro. No es lo mismo. Pero, algo de eso está presente, cada vez que la vieja y engreída Europa, ahora egoísta, niega la solidaridad y la integración necesaria a aquellos refugiados y emigrantes que huyen del pasmo de la guerra o del hambre. Por ejemplo. H

*Experto en extranjería