Querido lector/a, sé que me puedo equivocar, pero tengo la impresión de que últimamente a los culés, a los del Barça, nos duele el propio Barça. ¡Sí! Más o menos es eso.

Posiblemente, aunque no lo tengo claro del todo, porque como consecuencia de la excesiva mercantilización del fútbol, los aficionados azulgranas hemos perdido a Neymar y estamos pagando por Dembélé y Coutinho lo que no tenemos en las arcas ni en la sana razón. Posiblemente, también, porque nos damos cuenta de que tanto nuestros valores como nuestra forma de ser y estar, es decir, nuestras posibilidades, lo van a tener difícil para poder competir con esperanza contra los otros, contra rivales como el Manchester United que juegan en Bolsa, o contra quienes tienen un Estado detrás como el París Saint-Germain o, simplemente, están vinculados a los dueños del petróleo ruso o del Golfo Pérsico.

INCLUSO, imagino, que también ha influido negativamente en nuestros sentimientos el hecho contrastado y cierto de que el año pasado, y a pesar del gran desembolso realizado, los fichajes surgieron desde la desorientación y no han ayudado a mirar el futuro con ilusión. En última instancia, no nos ha sentado nada bien y nos ha indignado mucho más ahora que ya habíamos perdido esa mala costumbre, el hecho de que el Real Madrid jugando con ganas y con jóvenes de valía nos ha ganado los dos partidos de la Supercopa.

Pero, sin duda alguna, lo que más jode y duele, es que día a día uno percibe como si estuviésemos abandonando la identidad. Me refiero a aquella forma de jugar que, construida con Cruyff, a partir del control de la pelota en el espacio y en el tiempo generaba belleza y victoria. Y es que, uno teme que llegue el día en el que el 4, nuestra identidad, nuestros centrocampistas, no salgan de la cantera, de la Masía.

POR CIERTO, no soy un eterno pesimista que permanezco sin redimir, solo soy un aficionado del Fútbol Club Barcelona que grita porque no quiere que se pierda aquella magia que un día generó el mejor fútbol de la historia y del mundo.

*Experto en extranjería