Querido/a lector/a, hay noticias que aunque no afecten a España me joden y duelen como una patada en la entrepierna de mis convicciones democráticas. Me refiero a que el Gobierno francés, el presidente Macron, está estudiando (a pesar de que tiene la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y puede hacer lo que quiera con la polémica Ley de Reforma de las Pensiones) sacar la mencionada ley del poder legislativo, de esa Asamblea Nacional, acogerse al artículo 49.3 de la Constitución e imponerla vía decreto sin el debate de las 40.000 enmiendas presentadas por la oposición, sin votación y sin hablar y sin escuchar a los otros. O dicho de otra forma, el Gobierno impone lo que quiere y a los de la minoría solo les queda, sin no están de acuerdo, presentar una moción de censura, que al tener Macron la mayoría no sería efectiva.

En todo caso, cuando digo que me duele, estoy denunciando que (aún sabiendo que la democracia institucional o política no es el reino de la justicia social, sino un simple marco de libertades) ningún sector social humilde se merece, y mucho menos después de pagar la crisis financiera, que le recorten las pensiones.

Me duele también, como no, ver como en la Francia de la revolución, de la república y la democracia, se considera filibusterismo a las aportaciones de la oposición en la Asamblea Nacional y buscan el evitarlas recortando la democracia y dando espacio al autoritarismo. Pero me duele, sobre todo, esa forma de hacer política que se burla de todas las convenciones y convicciones que hemos repetido como dogma y esencia y hacen referencia a eso de que, la democracia es diálogo. En definitiva, me duele porque no parece el camino, ni creo que por ahí se avance.

*Analista político