Querido lector:

Es perfectamente entendible el cabreo de los alcaldes de Vinaròs y Peñíscola con la empresa Escal-UGS que gestiona el almacén de gas submarino Castor frente a la costa vinarocense y la planta de gas terrestre anexa, por la desinformación absoluta de las consecuencias de la puesta en funcionamiento de los sistemas e instalaciones.

El hecho de que en dos días haya habido 34 miniseísmos en la zona, a raíz de la inyección de gas en el depósito marino, y que no se ponga en conocimiento de nadie, aunque sea una consecuencia prevista y “normal”, según señalaba la empresa, no tiene pase. Porque, aunque la población no los llegue a percibir, ha sabido de su existencia, como no podía ser menos, debido a los controles sísmicos, y es un fenómeno desconocido que no ocurre de forma natural.

Pero es bueno recordar a este respecto que este ha sido el proceder habitual de la empresa Escal desde que el Gobierno, en su día, decidiera acometer una de las mayores pero más inútiles inversiones habidas en Castellón. Una gestión cuestionada por la Unión Europea, por la oposición política del momento, y por los grupos ecologistas, durante los años de su construcción.

El proyecto comenzó con un presupuesto de unos 500 millones de euros, y acabó al final con un coste de 1.300 millones (como 10 aeropuertos de Castellón), y lo que es peor, una utilidad nula, por la equivocada y pésima proyección del crecimiento del consumo de gas en nuestro país, que ha hecho que el uso de este depósito sea ahora innecesario, como ya apuntó el actual ministro de Industria, José Manuel Soria, hace poco más de un año (eso sí, para criticar al anterior Gobierno de Zapatero y a su ministro de Industria, Miguel Sebastián).

Es decir, 1.300 millones de euros para que en el 2013 ni siquiera esté en funcionamiento, porque hay demasiadas infraestructuras gasistas para el consumo existente; o para que los vayamos pagando los contribuyentes en las facturas del gas; o para que el Gobierno de Rajoy haga una reordenación como con el sector eléctrico que nos haga temblar.