Hace un año, por iniciativa de Bill Gates y de su fundación, del exsecretario general de la ONU Ban Ki-moon y de la directora administrativa del Banco Mundial, Kristalina Georgieva, nació la Comisión Global de Adaptación (CGA), un proyecto que aúna iniciativa privada y el respaldo de diversos estados y que se fija como objetivo la adaptación del planeta a los cambios provocados por el calentamiento global, muchos de ellos ya presentes de manera dramática en las zonas más pobres del mundo.

La CGA tiene su sede en Holanda, que es uno de los países con más conciencia climática por su propia geografía. «La adaptación no es una elección, es una necesidad», afirma el primer ministro Mark Rutte. Con este concepto como faro, la CGA presenta hoy un informe con vistas a la próxima Cumbre del Clima de la ONU en el que aboga por medidas urgentes en sistemas de alerta, infraestructuras y recursos hídricos más resistentes, una potenciación de la agricultura de secano y recursos de protección vegetales, con la idea novedosa de que los mecanismos que propone no solo evitarán pérdidas, sino que generarán beneficios sociales, ambientales y también económicos. Bajo el lema #AdaptOurWorld (adaptemos nuestro mundo, en inglés), la CGA procurará que sus recomendaciones lleguen a los máximos dirigentes y a los actores sociales, culminando la campaña con una cumbre en Holanda en octubre del 2020. Como dice Ban Ki-moon, «la adaptación no solo es lo correcto, sino también lo inteligente».