Una emoción es una respuesta o estado afectivo de nuestro organismo ante un estímulo externo, que predispone a llevar a cabo una respuesta. Hasta hace unos años, los expertos pensaban que las emociones básicas eran seis. Sin embargo, gracias a estudios recientes, se concluye que son cuatro: miedo, rabia, alegría y tristeza. Las emociones básicas son universales y sirven como guía tanto en la conservación del organismo como en la socialización con los demás.

De tal forma, se entiende que las emociones básicas cumplen una función social, ayudando a interactuar con los demás; una función motivacional, impulsando la conducta hacia una meta concreta; y una función adaptativa, preparando al cuerpo para acondicionarse a las exigencias del entorno. Se suele pensar que las emociones son fijas y universales, pero también han sufrido su evolución. Por ejemplo, la acedia era una emoción experimentada por monjes que vivían en monasterios en la Edad Media cuando sufrían una crisis espiritual o falta de interés, en el plano espiritual y religioso y, sobre todo, un poderoso deseo de abandonar la vida santa. Con el paso del tiempo, el término acedia se intercambió con el de pereza.

La melancolía es una palabra que usamos ahora para describir una especie de tristeza o abatimiento. Pero en el pasado, el concepto era diferente. Hasta el siglo XVI, se creía que la salud se veía afectada por el equilibrio de cuatro fluidos corporales: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra. Y se pensaba que la melancolía aparecía cuando la persona tenía mucha bilis negra. Uno de los síntomas de quien la padecía era creer que estaba hecho de cristal y que podía romperse con el movimiento. Carlos VI de Francia la sufría, por lo que, como protección, se hizo coser tiras de hierro en sus vestimentas.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)