Querido/a lector/a, la credibilidad es una virtud para cualquier político, pero también para cualquier persona que escriba sobre política. Por eso, de vez en cuando es bueno reflexionar y, si es el caso, reconocer que alguna vez te has equivocado. Es lo que voy a hacer aquí y ahora, reconocer que alguna vez me he equivocado cuando he hecho referencia a A. Rivera, el de Ciudadanos, y a E. Macron, el presidente de Francia.

Me he equivocado para mal con Rivera porque aún sabiendo que era de derechas, posiblemente porque era joven no lo asociaba con aquella derecha contraria al diálogo, a los valores democráticos, la justicia social y que, durante siglos, ha sido el auténtico mal español. No obstante, reconozco que la realidad, a partir de Catalunya, lejos de acercarlo a una derecha civilizada, democrática, europea… señala que por intereses partidistas y electoralistas está haciendo un discurso de confrontación entre los pueblos y nacionalidades de España. Por eso alguien lo ha catalogado de falangista o joseantoniano.

La otra equivocación, aunque esta es para bien y mejora con el tiempo, es con Macron. Dije y mantengo que representa, porque es evidente, como la banca, las grandes empresas y los medios de comunicación de su titularidad pueden hacer presidente de Francia a un candidato sin contar con los intermediarios clásicos, es decir, los partidos políticos. Circunstancia que me llevó a pensar que Macron no iba a cambiar el sistema ni las desigualdades e injusticias que conlleva. Pero, sin embargo, y cuando ha aparecido la cuestión del Aquarius, aparece un presidente francés que, frente al eje conservador de Alemania y compañía, defiende más Europa y con mas solidaridad. Surge pues, un Macron líder y europeísta que acusa a parte de los políticos de la UE de no ser europeístas ni solidarios por miedo a perder espacio electoral. Querido/a lector/a, equivocarse es una posibilidad, rectificar una obligación.

*Analista político