Querido/a lector/a, son muchas las ocasiones en las que estos pequeños comentarios, casi siempre de política y en este rincón del periódico Mediterráneo, encuentran respuesta de toda indole: algunas como halagos y otras como crítica. Circunstancia que me alegra porque evidencia que te leen y porque ayudan a que la política siga siendo un acto público y colectivo que al abrirse a la confrontación o a la contribución de otros se mantiene fecundo. Y es que la reductio ad unum es perder vitalidad e ir en sentido contrario a un necesario desarrollo que reclama dialogo, síntesis…

No obstante y con vocación de ser auténtico, reconozco que alguno de estos comentarios me provocan: sobre todo cuando son insensibles y desconsiderados. Incluso algunos, y aunque se hacen por internet y son anónimos, se merecen respuesta pública. Así es que, para que me entiendas pondré un ejemplo: el otro día, y como consecuencia de un artículo en el que manifestaba mi voluntad de votar a Tania a la alcaldía de la Vall d’Uixo porque engarzaba con la mejor tradición del municipalismo político y democrático que nació con el alcalde Zaragoza y continuo con los otros alcaldes y cargos institucionales de izquierdas, alguien comentó que le parecía raro lo de mejor tradición porque, en esa época y la mayoría de esos cargos institucionales, eran medio analfabetos. ¿Qué te parece? La verdad es que esta persona se equivoca: no eran medio analfabetos sino que eran totalmente analfabetos. Pero, como dirían los clásicos: pudieron aprender y hacer tanto porque la dictadura duró demasiado. Un tiempo en el que por sufrimiento, dignidad, anhelo de vivir en libertad… aprendieron a leer y escribir y concibieron el Gobierno como participación y dialogo. Pero, sobre todo, adquirieron gran cultura en el sentido más profundo del concepto: entendieron el mundo en el que vivían y el papel que tenían en él. Eran mis héroes.

*Analista político