Con la solemidad que otorga el cargo de presidente del Parlamento catalán --el más alto que ostenta ERC--, Roger Torrent desgranó ayer en una conferencia en Madrid el posicionamiento político de ERC: un «pacto de claridad» a la quebequesa para celebrar un referéndum en Cataluña. Huyendo de la retórica más encendida del independentismo (las referencias continuas a los presos y al «mandato del 1-O», por ejemplo), el discurso de Torrent fue muy diferente de los que suele pronunciar el presidente de la Generalitat, Quim Torra. Rechazó la vía unilateral y exhortó al jefe del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, a negociar un referéndum para devolver el conflicto a cauces políticos.

En el Ejecutivo español, destinatario del moderado discurso de Torrent, no hay ánimo receptivo por el momento. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, recordó lo que ya se ha convertido en una obviedad: que no hay ninguna posibilidad de que el Gobierno que preside Pedro Sánchez acepte negociar un referéndum de autodetermininación. Sánchez decía lo mismo antes de la última convocatoria electoral, así que esta postura no está vinculada al complejo proceso de investidura. Sin apoyo mayoritario en el campo independentista, y ante el no rotundo en el Ejecutivo, la propuesta de ERC no tiene hoy visos de prosperar.

Pero ahí está, y su valor ahora es otro: marca el inicio de un cambio de etapa. La sentencia cerrará la etapa unilateral, y la propuesta de ERC es el primer posicionamiento de una nueva fase.