El fútbol es un deporte anclado en la tradición y reacio, como pocos, a los cambios. Algo que en la Liga española aún se multiplica en comparación con otros países. Un ejemplo de esta carencia y voluntad inmovilista se produjo el domingo durante el partido que enfrentaba en València a los dos primeros clasificados. Un remate de Messi cruzó de forma clara la línea de gol sin que el árbitro asistente ni el principal lo corroboraran. Sí lo vieron los millones de espectadores que seguían por televisión el Valencia-Barça en todo el mundo, incluso sin esperar a la repetición. Una de las cantinelas del fútbol es que los árbitros se equivocan como lo hacen los futbolistas. Cierto, pero su error se puede subsanar hoy con el apoyo de la tecnología. En este caso, con algo tan objetivo, como el llamado ojo de halcón, que lleva años aplicándose en el tenis. Y que siete clubs de la Liga española, los que participan en torneos europeos, también lo tienen en sus estadios obligados por la normativa de la UEFA. No parece lógico, ni aludir a su coste en una Liga que genera tantos ingresos televisivos, que se demore la implantación de un sistema que lleva cuatro años vigente en la Premier. El videoarbitraje (VAR) para la próxima temporada 2018-2019 será un significativo avance, inapelable para una jugada tan clara como la de Leo Messi, pero mantendrá el carácter interpretativo de muchas decisiones de los árbitros, un estamento anacrónico y lastrado por la larga y polémica época de Ángel María Villar al frente de la Federación Española de Fútbol.