Querido lector/a, a primera vista parece que todo vaya bien. Digo con ello que la economía europea y española está creciendo en torno al 3%. Pero claro, cuando uno traspasa las portadas de los principales diarios de economía y bucea en los departamentos donde se escribe sobre el proceso de la distribución de la riqueza, el asunto cambia ¡Y tanto!

Es ahí, precisamente, donde uno se percata de algo tan radical como el hecho de ver que mientras los beneficios de los patronos ya superan el nivel que tenían antes de la crisis, los salarios siguen perdiendo poder adquisitivo, según dicen todos los estudios. ¿Qué por qué pasa eso? Por algo muy simple, y les aseguro que no aporto nada que no esté publicado y reconocido. Por ello les digo con acierto, que las causas tienen que ver con la reforma laboral (la impuesta por el Gobierno y pensada para abaratar los salarios), con el modelo de crecimiento que entiende como prioritario la liquidación de la deuda de las empresas, con la inexistencia de un presupuesto público que empuje el crecimiento económico y, también, como se ve en la negociación colectiva con la cerrazón de las organizaciones empresariales a permitir que los trabajadores participen (con salarios más altos) de la prosperidad de las empresas. Por cierto, es tan real e indiscutible lo que les cuento, que hasta Fátima Báñez, la ministra de Trabajo (la madre de la desgraciada reforma laboral vigente) ha tenido que hacer alguna rueda de prensa para solicitar a los empresarios que aumenten los salarios en los convenios colectivos y acuerdos de empresa.

Querido lector/a, ¿qué pasa? ¿qué Báñez se ha convertido en preocupada monja de la caridad? No, nada de eso. Simplemente sabe que la ganancia del poder de los salarios es necesaria para consolidar la línea de crecimiento económico, recortar paro y reducir la desigualdad. Algo que, por lo visto, les importa un carajo a los empresarios.

*Experto en extranjería