Aceptar la realidad de los hechos no significa que se adopte una postura conformista y, en ciertos aspectos, resignada. En absoluto. Repasando los acontecimientos más recientes y observando ciertas posturas, descubro que la comodidad impera al riesgo de proponer y actuar adecuadamente en base a las circunstancias.

No sé si me explico, pero voy a tratar de reflejar algo que me preocupa debido a la trascendencia de los hechos que nos afecta a todos nosotros. Nada es normal ni carente de importancia o, al menos, en estos momentos. Las diversas posturas de nuestros políticos respecto a las varias tramas en curso, que no son pocas, me hacen pensar que, en la mayoría de las ocasiones, hay un temor a la pérdida de votos --es decir, popularidad--, lo que hace que sus declaraciones no sean lo suficientemente claras y no lleguen a la ciudadanía como debería ser.

Lo que sí es cierto es que la fuerza de empuje debe ser única, con matices, pero única. No nos podemos permitir pasar el tiempo probando nuevas fórmulas de comunicación por aquello de comprobar y ver qué pasa. Nuestra sociedad está sumida en lo que yo llamaría «un caos circunstancial» que no nos permite implementar ni adoptar medidas que nos alejen de la crisis más profunda de las últimas décadas.

Hemos de estar acostumbrados a opiniones contrarias, estudiarlas y rebatirlas, pero con un trasfondo de unidad de criterio, o al menos con pactos constructivos. Solo así lograremos que el motor nacional, o sea la economía, nos permita ir cerrando portones que continúan abiertos y que en nada benefician al progreso y la estabilidad.

La diversificación cultural y social de nuestro país hace que lo anterior no sea una tarea fácil, pero tampoco imposible. Los intereses nacionales son los que privan.

*PSPV-PSOE Castellón